LA ESPADA DE ANÍBAL, HISTORIA Y LEYENDA DE LA BATALLA DEL TAJO.

Muy buenas tardes, y sobre todo, mucha salud para tod@s.

El tema de la espada cartaginesa del ejército de Aníbal Barca, encontrada en la ribera del Tajo y entregada a Felipe II, suscita mucho interés y curiosidad, entre las personas que han participado con nosotros en los numerosos paseos que hemos organizado como asociación, para dar a conocer la importancia del enclave de Oreja y su entorno. Tal es así; que rara ha sido la vez que no nos han preguntado sobre la misma. Muchos estudiosos y aficionados, consideran la espada, encontrada en la vega del Tajo como una prueba “indiscutible” sobre la veracidad de los hechos acontecidos en el lugar de su hallazgo, es decir, sobre la batalla librada entre la potente coalición Celtibérica compuesta por Vacceos, Carpetanos y Olcades, contra las huestes del general cartaginés.

Nosotros como Asociación por la conservación y divulgación de nuestro patrimonio, nos hemos mostrado muy cautos al responder sobre estos interrogantes, debido a que en la actualidad, no nos podemos apoyar en trabajos arqueológicos, que confirmen que la batalla del Tajo se librara en los márgenes del río bajo el castillo de Oreja. Es más, la opinión general de los arqueólogos que a día de hoy, continúan investigando sobre este hecho, apuntan a otros emplazamientos a la hora de ubicar el lugar de la contienda. Estas “nuevas” teorías sobre el lugar de la batalla deja flotando la espada en un vacío histórico, entre la bruma del mito y unas pocas reseñas, todas con el mismo origen.

Conviene recordar, que la información que damos, tanto en nuestros paseos guiados por el enclave de Oreja como en nuestros artículos, puede contrastarse en diversas fuentes históricas antiguas y en la gran cantidad de interesantes e imprescindibles trabajos de historiadores, investigadores y arqueólogos, como lo son; Doña Hortensia Larren Izquierdo, Don Antonio José Díaz Fernández, Doña Mercedes Agulló y Cobo, Don Juan Muñoz Ruano, Don J. Santiago Palacios Ontalva…

En este articulo; como no puede ser de otra manera, seguiremos la misma tónica…

Sobre el hallazgo de la “espada de Aníbal” tenemos la siguiente reseña, proveniente del libro “Descripción histórica de Aranjuez” de Don Juan A. Álvarez de Quindós.

Consérvase en la memoria de esta acción en los nombres de dos valles del término de Colmenar, que vierten al Tajo pasada la Casa de las vacas y sobre el Cortijo, y se llaman Valdeguerra y Valdeguerrilla. En el propio río se halló una espada con vayna de piedra, que el tiempo y el agua habían petrificado de forma que parece cosa natural. La presentaron a Don Sancho Busto de Villegas estando en Ocaña , y siendo Gobernador del Arzobispado de Toledo: se la llevó a su ciudad, y por ser tan curiosa y extraña la regaló después al señor Don Felipe II. Este Soberano, haciendo mucho aprecio de ella, la mandó guardar en la armería de Madrid , donde se ve el día de hoy . Así lo refiere el Conde de Mora en su Historia de Toledo. Tomo I, página 138.

Aparte de esto, Quindos hace una descripción de la batalla citando los textos de Polibio y Tito Livio como sus fuentes históricas.

En las fuentes históricas usadas por Quindós, no encontramos ninguna referencia sobre el lugar exacto donde se produjo la batalla. En la narración de Polibio la encontramos en “Historias”, libro III, 14, pag 287 – 288 de la edición de Clásicos Gredos.

Ya se retiraba, cuando se vio expuesto súbitamente a los más graves peligros: le salieron al encuentro los carpetanos que quizás sea el pueblo más poderoso de los de aquellos lugares; les acompañaban sus vecinos, que se les unieron excitados principalmente por los ólcades que habían logrado huir; les atacaban también, enardecidos, los salmantinos que se habían salvado. Si los cartagineses se hubieran visto en la precisión de entablar con ellos una batalla campal, sin duda alguna se habrían visto derrotados. Pero Aníbal, que se iba retirando con habilidad y prudencia, tomó como defensa el río llamado Tajo, y trabó el combate en el momento en que el enemigo lo vadeaba, utilizando como auxiliar el mismo río y sus elefantes, ya que disponía de cuarenta de ellos. Todo le resultó de manera imprevista y contra todo cálculo. Pues los bárbaros intentaron forzar el paso por muchos lugares y cruzar el río, pero la mayoría de ellos murió al salir del agua, ante los elefantes que recorrían la orilla y siempre se anticipaban a los hombres que iban saliendo. Muchos también sucumbieron dentro del río mismo a manos de los jinetes cartagineses, porque los caballos dominaban mejor la corriente, y los jinetes combatían contra los hombres de a pie desde una situación más elevada. Al final cruzó el río el mismo Aníbal con su escolta, atacó a los bárbaros y puso en fuga a más decien mil hombres. Una vez derrotados, nadie de allá del Ebro se atrevió fácilmente a afrontarle, a excepción de Sagunto.

Tito Libio tampoco nos lo pone fácil a la hora de ubicar el lugar de la batalla, sin embargo, nos ofrece una descripción mas minuciosa de los movimientos militares y estrategia del ejercito cartaginés. La reseña la encontramos en Tito Libio – “Historia de Roma desde su fundación” Libro XXI (años-221-211) páginas 17 – 18 de la edición de Clásicos Gredos.

Los fugitivos de Hermándica después de unirse a los exiliados de los ólcades, pueblo dominado el verano anterior, instigan a los carpetanos , y atacando a Aníbal a su regreso del territorio vacceo no lejos del río Tajo, desbarataron la marcha de su ejército cargado con el botín. Aníbal obvió el combate y después de acampar a la orilla del río, una vez que reinó la calma y el silencio en el lado enemigo vadeó el río, levantó una empalizada de forma que los enemigos tuviesen sitio por donde cruzar y decidió atacarlos cuando estuvieran cruzando. Dio orden a la caballería de
que atacasen a la columna entorpecida cuando la viesen metida en el agua; los elefantes, pues había cuarenta, los colocó en la orilla. Entre carpetanos y tropas auxiliares de ólcades y vacceos sumaban cien mil, ejército invencible si la lucha se desarrollara en campo abierto. Por ello, intrépidos por naturaleza y confiando además en el número y creyendo que el enemigo había retrocedido por miedo, convencidos de que lo que retrasaba la victoria era el hecho de estar el río de por medio, lanzando el grito de guerra se precipitan al río de cualquier manera, sin mando
alguno, por donde a cada uno le pillaba más cerca. También desde la otra orilla se lanza al río un enorme contingente de jinetes, y en pleno cauce se produce un choque absolutamente desigual, puesto que mientras el soldado de a pie, falto de estabilidad y poco confiado en el vado, podía ser abatido por un jinete incluso desarmado que lanzase su caballo al azar, el soldado de a caballo, con libertad de movimientos para sí y para sus armas, operaba de cerca y de lejos con un caballo estable incluso en medio de los remolinos. En buena parte perecieron en el río; algunos, arrastrados en dirección al enemigo por la corriente llena de rápidos, fueron aplastados por los elefantes.
Los últimos, que encontraron más segura la vuelta a la orilla, después de andar de acá para allá se reagruparon, y Aníbal, antes de que se recobrasen sus ánimos de tan tremendo susto, metiéndose en el río en formación al cuadro los obligó a huir de la orilla, y después de arrasar
el territorio en cosa de pocos días recibió también la sumisión de los carpetanos. Desde ese momento quedaba en poder de los cartagineses todo el territorio del otro lado del Ebro, exceptuados los saguntinos.

Después de leer estas esenciales reseñas, se llega a la lógica conclusión que, tan solo tenemos los siguientes indicios:

La cercanía del Río Tajo, donde inequívocamente se desarrolló la batalla en algún punto de su trayecto.

La reseña de las tribus celtibéricas que componían la coalición, Vaceos, Carpetanos y Olcades.

Estas tribus tenían un área de influencia enorme, si bien uno de los puntos centrales de influencia Carpetana es la actual Toledo. Al tener todas estas tribus influencia en el área central de la Península, los historiadores y estudiosos se inclinan a pensar que la batalla pudo producirse en una zona vadeable del Tajo (vadeable en un contexto del 220 A.C) que podría situarse entre Toledo y Aranjuez, aunque existen otras teorías y opiniones que pretenden demostrarse mediante la ciencia de la arqueología y la geología, como la que mantiene el equipo multidisciplinar compuesto por los arqueólogos Javier Fernández (Equipo arqueológico Caraca-Driebes) y Emilio Gamo (Museo Nacional de Arte Romano) y los geólogos Miguel Ángel Rodríguez-Pascua, Andrés Díez-Herrero, María Ángeles Perucha y José Francisco Mediato del Instituto Geológico Minero de España.

Este equipo mantiene que la batalla pudo desarrollarse junto al meandro cercano a la ciudad de Caracca, entre los municipios de Driebes e Illana de la provincia de Guadalajara (fuente- Diario El País 21/03/2020- Cultura)

La conclusión que podemos sacar de todas estas hipótesis y opiniones es la de que en este asunto tiene que hablar la ciencia; por lo tanto, habrá que esperar el resultado de estas investigaciones.

Los trabajos arqueológicos realizados en la vega de Colmenar de Oreja han sido escasos; si bien es cierto que en el año 2009 se realizaron unas actuaciones denominadas de urgencia. Dichos trabajos, consistieron en la inspección del terreno que coincidía con el de soterramiento de la tubería que cruzaba prácticamente toda la vega de Colmenar, incluyendo el área del Soto del Parral.

En conversaciones mantenidas con los arqueólogos en las fechas de la excavación, nos comentaron que solo tenían permiso, única y exclusivamente, para una prospección de tres metros de ancho y una profundidad de unos dos metros, siguiendo todo el recorrido trazado de la tubería. En la zona del soto del Parral, aparecieron una serie de canalizaciones e infraestructuras romanas, que podrían pertenecer a unas termas, un Ninfeo… Obviamente, al no poder prospectar en otras zonas no se tienen resultados concluyentes; tan solo de esa estrecha y larga franja que conforma el trazado de la tubería.

En ningún momento los arqueólogos nos comentaron nada sobre ningún contexto de batalla ni de ningún contexto cartaginés(esto no quiere decir que no los haya). Los contextos hallados se situaban cronológicamente desde el calcolítico, hasta la actualidad.

Independientemente de las novedades, que sin duda nos traerán los trabajos de estos equipos multidisciplinares, nos queda el objeto, es decir, la espada…

Uno de los estudios más curiosos y de resultados más sorprendentes es, desde nuestro punto de vista, el realizado por Antonio Carrascosa Núñez, natural de Aranjuez y divulgador de su historia.

Antonio realizó una investigación en apoyo al escritor londinense Ricky D Phillips. El autor; que está especializado en historia militar, estaba trabajando en el proyecto de un nuevo libro “ Hannibal rising” en el cual defiende, entre otras cosas, la hipótesis de una ubicación donde pudo desarrollarse la batalla del Tajo, más cercana a Toledo. El escritor pidió a Antonio que le proporcionara toda la información posible sobre la famosa espada; lugar del hallazgo, reseñas históricas, lugar de custodia y fotografías del objeto.

Antonio orientó sus indagaciones al Museo del Ejército de Toledo y a los archivos históricos del Patrimonio Nacional, con el fin de obtener unas imágenes para enviárselas al escritor; Ricky a su vez, las compartió con la empresa The Knigths Vault de Edimburgo, con el fin de obtener una opinión por parte de sus especialistas en armas antiguas. Una vez escrutada la imagen del arma, los expertos llegan a la siguiente conclusión que citamos textualmente:
Es una espada de un solo filo de estilo alemán, se uso extensivamente, se encontró por toda Europa, a principios del siglo XVI. Las cruzadas rectas y las espadas traseras de hoja única no se descubrieron hasta principios del siglo XVI, podrían haberse corroído fácilmente en ese momento. Los surcos son para la reducción del peso, Los surcos en la cuchilla muy comunes en estas espadas. El mango podría concretarse por erosión en una empuñadura de hierro. Se acumulan elementos de la espada a medida que los materiales se oxidan, extendiéndose como un cáncer en el hierro…

El análisis de los expertos de The Knigths Vault es escueto y directo, no ofrece lugar a dudas.

Ya sabemos que la conclusión que podemos sacar, al terminar de leer el artículo, es un tanto antipática; puesto que, la “tradición” de la batalla de Aníbal en las inmediaciones de Aranjuez, Colmenar de Oreja y Ontígola con Oreja comienza a disiparse…

Esto no es ni positivo ni negativo; no es más que historia en complementariedad con otras ciencias.

Esta complementariedad rompe con la subjetividad que nos llega a través de los textos escritos; escritos que al fin y a cabo son testimonios indirectos, debido a que son reflejo de la forma de pensar, ideas y posibles intereses del autor; sin embargo, los objetos e información que los arqueólogos y geólogos extraen del suelo, son testimonios directos y pedazos de historia en sí mismos. Otra cuestión muy diferente es la forma y método de interpretarlos.

Jose Emilio Cuerva González.

Articulo registrado.

Ontígola 28/03/2020

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Así fue el Castillo de Oreja.

Muy Buenos días. tengo el gusto de compartir con vosotros, un artículo que escribí para la página de Facebook «SOS Aurelia» Espero que su lectura, aparte de entreteneros, os haga vislumbrar la grandeza y complejidad de este magnífico monumento que tenemos aquí al lado.cropped-catillo-bonito.jpg Todos sabéis que el el enclave de Oreja es relativamente pequeño, y digo relativamente porque nosotros, en la actualidad, solo vemos un pequeño vestigio de lo que fue en el pasado; sus restos se encuentran en estado de ruina avanzada e incluso el terreno que da soporte a todo el asentamiento, se ha ido deshaciendo con el paso de los siglos y la acción de los elementos (como mas adelante intentaré demostrar). El trato que ha recibido por nuestra parte, tampoco ha ayudado demasiado en su conservación… Las ruinas de las últimas viviendas habitadas, han sido vandalizadas y su cementerio profanado en varias ocasiones. A estos agravios, de sumarle el desinterés por parte de las administración… En definitiva; si queremos, o tenemos interés por conservar Oreja, hay mucho que trabajar… Lo primero es conocer bien el enclave y para esto, hay que ayudarse de los estudios que tenemos sobre el lugar, y que se han hecho públicos… No son muchos, pero si brillantes. En estos estudios y tesis, me apoyo en mis textos sobre el lugar, y como no, también los recomiendo, y no solo eso; también agradezco a sus autores, como es de justicia, su interés, esfuerzo y trabajo por sacar a la luz la historia de Oreja. Hortensia Larren Izquierdo, Juan Muñoz Ruano, J Santiago Palacios Ontalva, Mercedes Agulló Cobo y otros que iré reseñando según vaya citando sus obras. De oreja no queda prácticamente nada; hasta el suelo se le esta yendo… Los cerros compuestos de piedra de yeso, se están erosionando y desmoronando, es precisamente esto por lo que el castillo resulta tan difícil de afianzar… Del castillo solo tenemos a la vista el torreón del homenaje y unos fragmentos de muralla. El acceso al torreón es harto difícil porque el paso consiste en una estrecha franja de suelo de poco mas de un metro, ubicada al norte. Esta pasarela es la que separa la entrada del torreón del cortado del cerro. Este cortado tiene una caída de mas de 20 metros. Obviamente, se nos presenta como un paso demasiado estrecho, para lo que es precisamente, el edificio mas importante de todo castillo medieval. Nos falta algo, y ese algo es el terreno… Efectivamente el Castillo de Oreja no era ni mucho menos tal y como nos lo encontramos hoy, su sistema defensivo era muy complejo, aunque como viene a apuntar Juan Muñoz Ruano en su tesis “Construcciones historico-militares en la linea estratégica del Tajo” Es imposible determinar el trazado
completo debido al grado de destrucción de la fortaleza. Por lo demás, puede
afirmarse que se trata de un extenso núcleo fortificado, adaptado a la forma del
terreno , en el que pueden aun distinguirse, con dificultad, dos recintos. En el primero de ellos se encuentra la torre del homenaje, la iglesia, de la que solo queda la cabecera al lado Este y el aljibe próximo a la torre en el lado de poniente. El segundo núcleo estaría construido por “un anillo murado, hoy muy perdido” El primero se identifica, actualmente, con el castillo, y el segundo correspondería a lo que las fuentes denominan la fortaleza. Efectivamente; en la actualidad quedan muy pocos elementos, que nos sirvan de guía para poder dibujar un plano o un sencillo boceto idealizado, con el que poder representar la fortaleza tal en sus años de apogeo… En este caso concreto, la arqueología no puede ayudarnos por falta de contextos, sin embargo, las fuentes escritas nos ofrecen una valiosa información. Entre los años 1468 y 1554 la encomienda de Oreja recibió numerosas visitas por parte de los Caballeros de la Orden de Santiago, estos visitadores redactaron informes sobre lo que vieron, aportando unas interesantes descripciones sobre el estado de la fortaleza, sus infraestructuras, su disposición y su deterioro con el paso del tiempo… En la visita de 1478 los visitadores fueron tres, todos caballeros de la Orden de Santiago: El comendador Don Ruy Díaz Cerón, el comendador Pero González de Calvent y Alfonso Ferrándes de Ribera, provisor y capellán del maestre de la orden, ostentando el cargo por aquel entonces Don Alfonso de Cárdenas. El informe escrito por los caballeros es harto aclarador. Dada la importancia del documento, paso a transcribir literalmente los párrafos que considero mas significativos…
E luego los dichos visitadores fueron al castillo e fortalesa de la dicha villa, e a la entrada de la dicha fortalesa antes de la puente levadisa está fecho agora de nuevo un baluarte de tapias de seys tapia en alto e su pretil e almenas con tres tronera e una portada de yeso granos. No tiene puertas; mandaronle a dicho comendador que las pongan de aquí a Sant Miguel; dixo que le plasya delo faser asy.
E adelante estava una cava fonda e una puente levadisa con sus cadenas e su barrera
delante fasta llegar a la puerta prinsipal de la dicha fortalesa almenada de piedra e yeso. E luego, Los dichos visytadores llegaron a la puerta principal que son de palo enforrado en cuero con sus cerrojos e cerraduras de dentro e su sobrepuerta e almenas de piedra e yeso. Leyendo estos párrafos, nos podemos hacer una idea de la complejidad del entramado defensivo del Castillo de Oreja: Fosos secos, baluartes, almenas, troneras, portones y murallas conformaban una fortaleza inexpugnable. A parte de las construcciones e infraestructuras de uso defensivo y militar, el enclave poseía otras destinadas a cubrir las necesidades mas básicas de sus habitantes. Los visitadores, las describieron de esta manera en 1478 “En la dicha entrada de del dicho
castillo, a mano esquerda. Avia una cosyna con su chimenea e encima un terrado el qual esta hondido un poco que amen estas, debe reparar, e al un cabo el lagar con su palo e la dicha cosyna sobre sus pilares de yeso e la mitad cerrado e cubierto de madera e teja, e en el cabo de esta un pajar con su puerta cerradura en el qual estava a sus paja, e luego cabe el dicho pajar sube una escalera a una despensa que esta sobre el dicho pajar.
E luego delante des portal esta un algibe bueno e bien reparado que puede caber poco
mas o menos fasta quinse o diese seys mil arrobas de agua, e tiene sus puertas e
cerraduras…
E luego delante de este algibe esta un portal en que esta un forno e esta cubierto el dicho portalejo de su madera e taj por donde entra a sos establos, el uno a mano e el otro a la otra.

En esta misma visita se describe la Torre del Espolón. Esta era una Torre que conectaba mediante un adarve a la Torre de los Ballesteros construidas junto al precipicio norte, entre la iglesia y la torre del homenaje. La primera contenía anexos, los aposentos del comendador Don Gonzalo de Villafuerte; la segunda era una torre ciega que servia como atalaya para arqueros y ballesteros, a la que se accedería por una escalera o escala exterior. Los visitadores escriben en su libro la siguiente descripción, haciendo referencia a la mencionada Torre del Espolón y la vivienda del comendador: E luego, junto a la capilla
fasta la torre del espolon esta fecho un cuatro de aposentamiento quel dicho comendador fiso en el que hay una sala alta e baxa con dos chimeneas e dos cuadrase un corredor alto e baxo que sale sobre el rio… Estos textos de los visitadores son referenciados tanto por Juan Muñoz Ruano como por Hortensia Larren Izquierdo en su obra “El castillo de Oreja y su encomienda”y por Mercedes Agulló Cobo en su imprescindible artículo “El castillo de Oreja y la defensa de la meseta” Estos interesantes escritos vienen a determinar y demostrar que, efectivamente, el paso de los siglos no solo ha hecho mella en las murallas, almenas, torres y viviendas. A parte de estos daños, nos falta el propio suelo que sustentaba las construcciones desaparecidas a día de hoy, como la Torre del Espolón, la Torre ciega de los Ballesteros, el baluarte hexagonal, y parte de las cavas o fosos secos, tal y como adelantaba al principio de este articulo. Las descripciones de los visitadores Santiaguistas nos ofrecen una visión del Castillo de Oreja, sin la cual sería imposible entender, la resistencia ofrecida por los árabes sitiados por Alfonso VII y la duración del Sitio de Oreja, desde Abril hasta el 31 de Octubre de 1139, día de su entrega al ejercito cristiano. Espero sinceramente, que os haya resultado interesante la lectura del artículo y que, sin mas pretensiones… Que su lectura os haya aportado un “algo mas” en el conocimiento de la historia, de esos desconocidos lugares que tenemos la suerte de tener tan cerca.

Jose Emilio Cuerva González. Derechos de autor protegidos por Safe Creative.
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Las tormentas en Aranjuez

Las tormentas son fascinantes y muy caprichosas…

No hay dos tormentas iguales, cada una tiene sus atributos. Las que mas son benefactoras, dejándonos su impronta en forma de agua; las que menos, pasan inadvertidas; sin hacer ruido, de puntillas… Otras son forjadoras de acerados vientos y se comportan como espada en manos de gigante. Algunas son aliadas del sol, y calientan el aire hasta transformarlo en una sustancia sofocante e irrespirable.

Son el fenómeno natural con el que se manifiestan antiguos dioses de cultos ya olvidados ; como el nórdico Thor, dios del trueno o el ibérico Netón, el dios guerrero. Hasta el mismísimo Zeus se alzaba imponente con un rayo en su diestra. La diosa vasca Mari, irrumpe en nuestro mundo precedida de un potente y ensordecedor trueno. El Nuberu asturiano manda el granizo sobre las cosechas y no duda en defenderse con el rayo si es hostigado…

A parte de todas estas arcanas potencias, las tormentas por si mismas acogen y guardan sus propios mitos y tradiciones. Estas, aun son perceptibles en diversos puntos de nuestra geografía. Tradiciones que se resisten a las mordidas del tiempo y que salen a flote cuando las estaciones les son propicias.

En diversos pueblos del pirineo como Guaso y Almazorre, pueden visitarse unas curiosas construcciones llamadas Exconjuraderos; que servían, entre otras cosas, para conjurar a las tormentas.

Son unas construcciones sencillas, realizadas con los materiales naturales de la zona…

Generalmente de planta cuadrada, con un arcada de medio punto en el centro de cada uno de sus lados y orientadas estas a los cuatro puntos cardinales.

Bajo la bóveda de estos templetes; la hechicera o a posteriori el párroco del pueblo, conjuraban a las tormentas para desviarlas de sus campos de cultivo, o para que no descargaran la temida piedra sobre sus cosechas. Las hechiceras, invocaban a las fuerzas primigenias con rituales prohibidos. Blandiendo un cuchillo de cachas blancas, hacían cortes en cruz hacia los cuatro vientos mientras recitaban antiguas letanías aprendidas de forma oral o estudiadas en los heréticos grimorios. Los sacerdotes por su parte, invocaban al Santoral para que intercedieran y protegieran grano y ganado.

En Aranjuez no tenemos estas misteriosas construcciones ni nada que se le parezca pero: si que disponemos de una rica tradición oral, que nos remonta a tiempos en que nuestros ancestros eran conocedores de las fórmulas para protegerse de estas manifestaciones de la naturaleza. Estas tradiciones en forma de cuento o relato nos hablan de hechos, supersticiones y curiosas anécdotas relacionadas directamente con las tormentas.

Para empezar os contaré, que para nuestros abuelos, las nubes (término con el que ellos se referían a las tormentas) tienen su paso, y nuestro pueblo se encuentra en todo el medio. _Lo mas normal es que nos entren por Toledo; por Madrid no entran, por Ocaña tampoco… Después de descargar en el pueblo se dirigen hacia Colmenar de Oreja, aunque a Colmenar rara vez llegan porque, no todas tienen la fuerza suficiente para cruzar el Tajo… Si son lo suficientemente fuertes, al llegar al rio se rompen precedidas de un trueno espantoso y las partes resultantes continúan rio arriba, cada cual por la rivera que le toca.

Nuestros vecinos de Colmenar esto también lo saben, y se adelantan a las intenciones de la tormenta cuando quiere pasar el rio… La tempestad produce y se ayuda de su propio aire; cuando el viento entra de golpe viniendo del castillo de Oreja, es porque la tormenta quiere cruzar…. mejor guarecerse cuanto antes pues cuando sientes el aire, ya la tienes encima.

Bien se sabe que las tormentas toledanas tienen su genio…. pues nada que ver con las que vienen de Colmenar de Oreja, porque a la sazón son mucho peores; la explicación es muy sencilla, por lo menos la que nos dan nuestros queridos abuelos. Las nubes que entran por Colmenar vienen de vuelta, son tormentas viejas y muy “resabiadas”: Tan resabiadas como para hacerse un hueco en los dichos y chistes de la gente del campo; como la nube que pilló al carretero con una yunta de dos mulas y la lluvia mojó a una mula nada mas. Mas afinó la que cogió a dos pastores desprevenidos almorzando unas puches directamente de la sartén. Uno de los pastores comió caliente; a su compañero se le aguaron por culpa de la tormenta…

Hasta ahora solo hemos hablado de agua, pero ¿Que me decís del rayo?

En Aranjuez, se denominaba a los rayos como “culebrillas”….Los antiguos ribereños diferenciaban entre los rayos y las denominadas “chispas”. Una chispa es un rayo menor que proviene de otro mas potente; originándose, cuando este se dividía en varias colas en el éter o al impactar contra un pararrayos, contra un árbol, una antena…

En el año1982 un rayo cayó en una Secuoya que vivía en el jardín del Parterre a la altura de el Jardín del rey, muy cerca de la puerta de Damas. El impacto fue tan brutal que se encontraron trozos del imponente árbol en el puente de la ría. El rayo dejo herido de muerte a la Secuoya, la destruyó toda la punta y talló una cenefa negra por todo su tronco hasta tocar tierra. Las quemaduras fueron tratadas con breas, pero todos los trabajos que se realizaron para intentar salvarla fueron en vano. Fue un hecho raro, si contamos con que la Secuoya se encontraba muy cercana a la influencia de al menos dos pararrayos, situados en el tejado éste del palacio. Al parecer las puntas que instalaban en estos antiguos pararrayos estaban fabricadas con platino, y no se encontraban en el lugar que les correspondía.

Este no fue el único hecho que se recuerda en el anecdotario de los jardines de Aranjuez. Uno de trabajadores de Patrimonio Nacional,fue alcanzado por una chispa, al caer un rayo en un árbol cercano. El trabajador se encontraba limpiando los pocillos de las caceras de riego e iba provisto de unas botas de goma que le cubrían hasta la cintura; posiblemente esta equipación fuera la que le salvara la vida aunque quedo tan desorientado, que fue incapaz de salir del jardín del Príncipe ese día, encontrándolo los compañeros al día siguiente dando vueltas al borde del cazo de la fuente de los Atlantes.

No solo árboles y hombres eran blanco de las iras de las tormentas. Los animales, y sobre todo las caballerías atraían a los rayos, y no son pocas las alusiones que perviven en la memoria directa o indirecta de nuestros agricultores, y que presentan un buen puñado de testimonios en que las caballerías eran alcanzadas por el rayo, aunque es de justicia decir que en alguno de los relatos, las mulas se encontraban atadas a un árbol para evitar la espantada…

Las hembras mas veteranas de la real yeguada barruntaban las tormentas con una antelación difícil de creer. Cuando estas se encabritaban el Yeguero no tenía mas remedio que “manearlas”; esto no mas que atarlas las “manos” en un intento de evitar que salieran corriendo con el resto de yeguas y potros detrás, buscando el refugio de las cuadras de la Casa la Monta; aun así, maneadas y todo, se apañaban para llegar a la seguridad de la cuadra.

Una de las zonas de abrevadero y de pasto de la Real Yeguada, se encontraba en la cañada Valverde. Esta cañada se encuentra minada de antiquísimos pozos recubiertos en piedra, a ras de suelo y muy profundos. Los expertos yegüeros ponían especial cuidado en controlar a los potrillos, debido a que cegados por el terror que les provocaban los truenos y relámpagos, corrían despavoridos; y podrían caer fácilmente en los pozos rompiéndose irremediablemente alguna pata.

Uno de los “métodos” que tenían nuestros antiguos para protegerse a si mismos y a sus monturas de la fuerza destructora de las tormentas; era el de colocar una “Piedra del Rayo en el carro, en la silla o en los aperos.

Nuestros abuelos eran conocedores del secreto que ocultaban estas piedras. Este era: que el rayo no caía en en el mismo sitio dos veces, y cuando impactaba en el suelo dejaba su signo en forma de piedra tallada con unos atributos muy singulares. Estas piedras no eran difíciles de encontrar pues estaban pulimentadas; al mojarse con la lluvia o con el rocío del alba, su brillo y filo las delataba. No había mas que cogerlas y fijarlas al cuero de las monturas. Todavía; a día de hoy, nos podemos encontrar con viejas sillas de montar decoradas con este tipo de piedras, que no eran ni mas ni menos que hachas del neolítico.

El amuleto que usaban para proteger sus hogares, era la cruz de caravaca tras la puerta de entrada de la vivienda.

No pocos han sido los estragos causados por las tormentas en Aranjuez. En el consciente colectivo se recuerda con pavor los destrozos causados por el último tornado del 2015. Los arboles quebraban como mondadientes, o eran arrancados de cuajo y desplazados varios metros, las tejas volaban como si fueran trozos de cartón. Cayeron cientos de rayos… De todo lo que se hablo y se vio, tanto por los medios informativos como por las redes sociales; me quedo ¿como no? Con un testimonio oral; con la narración de mi amigo José Candalija sobre lo que sintió la tarde del 30 de Agosto de ese año. Un enorme cono invertido, avanzaba sobre la cuerda del cerro en dirección al Castillo de Oreja. Los relámpagos en su interior se sucedían en décimas de segundo; el viento hacía daño y el ruido era ensordecedor, todos lo que allí estábamos oíamos perfectamente como los árboles cedían a nuestro alrededor… De la corona de rayos emitidos en todas direcciones, uno alcanzo el transformador del Soto del Parral y nos dejó a oscuras

El torreón del castillo superó el envite, otro mas en su historia… El arbolado de nuestro pueblo se llevó la peor parte. Cientos de ejemplares cayeron… En esta ocasión, las viejas yeguas de la Casa La Monta no pudieron avisarnos del peligro.

Los Niños Blancos de las Infantas.

Hay relatos que se atraviesan, historias ásperas que cuestan demasiado contarlas, cadenas oxidadas de palabras que hacen saltar lagrimas de sal al relator.

Efectivamente… existen relatos malditos que por su condición, se niegan a ser escritos.

Puede que este, que abordaré en este mismo momento sea uno de ellos, pues no será por falta de intentos… El último de ellos, no se el porqué, ha desaparecido de mis ficheros y, la verdad sea dicha, tampoco me he importunado mucho con el hecho, entre otras cosas: porque de los bocetos y apuntes que he logrado hilar con el mínimo de coherencia no me han motivado lo suficiente como para publicarlos, y como he comentado antes, como el blog estaba roto tampoco tenia excesiva prisa en darle el alta dentro de las historias que pudieron no ocurrir.

Ni titulo tiene. Es por esto que le pondré el que mis amigos del grupo “Las Sombras de Palacio” sugirieron para uno de sus interesantes e imprescindibles programas de radio.

LOS NIÑOS BLANCOS DE LAS INFANTAS.

Para Estefanía Carrión, Isaac Campos y José Luis Pérez.

La historia en si, ocurrió según su narrador original a finales de la década de los sonados 80 y fué contada a mi persona en el 92.

El transcurso de los años no ha podido borrar de mi cabeza los gestos , los silencios de mi amigo Tomás. La expresión de sus ojos era paranoica y su voz se rompía a la sazón del recuerdo instantáneo de ciertos detalles que destruían toda lógica. La narración borró el ambiente en el que estábamos imbuidos y me sumergió en una atmósfera terrible.

En todos los pueblos hay testimonios de aparecidos, cuentos de oscuridad y hoguera pero jamas he escuchado algo como esto.

Voy a tratar por enésima vez de dar forma a esos gestos, a esos silencios, a esas expresiones del terror mas vivo, que es ese que se respira a trompicones cuando uno mismo es el protagonista.

Todo empieza en la mas absoluta normalidad, en la naturalidad de una pareja que busca escapar, de huir de todo y de todos, queriendo disfrutar de una apacible noche. Sin planear nada; hablando con el cruce de las miradas, solo obedeciendo al su instinto juvenil dentro de la seguridad de su coche.

El conductor iba ajeno al recorrido, la conversación y las sensaciones de la noche le tenían absorbido de tal manera,que a la pregunta de su acompañante tuvo que mirar a su alrededor para orientarse. Vamos a dar una vuelta por las Infantas, contestó. Su acompañante no alegó nada, ni comento nada sobre el fuerte escalofrió que sintió en la espina dorsal al pasar frente la puerta del cementerio, de igual manera, se calló las sensaciones que empezaron a violentarle el corazón. Para Araceli la noche no era la misma, se le antojaba mucho mas oscura, irracionalmente mas negra, se sentía aplastada por ese telón siniestro rasgado apenas por las luces del coche. Solo la tranquilizaba la aparente seguridad del conductor, el cual empezó a notar cierta inquietud en los movimientos de su acompañante. (la inquietud se contagia mas que los bostezos)

La carretera se les antojaba sucia, con restos de hierbas secas, hojas y basuras. El viento, inexistente hasta ese momento, hizo acto de presencia de una forma tan brusca que al conductor le costo hacerse con el control. Cientos de partículas eran proyectadas contra el cristal. Araceli no pudo mas y le pidió a Tomás que diera la vuelta. El conductor estaba totalmente de acuerdo pero no encontraba un apartadero donde poder ejecutar la maniobra.

No te preocupes, la casa de la Coronela no debe de quedar lejos… Las palabras de Tomás sonaban sin convencimiento, no sabia donde se encontraba exactamente, la oscuridad era total, tenia la sensación de haber penetrado en un banco de niebla grasienta, cuyas volutas dejaban una mancha viscosa en el parabrisas, las oía tenuemente impactar en los cristales. El sudor calaba su espalda y le lloraban los ojos, forzados como los tenia por intentar distinguir las gastadas lineas centrales de la carretera, estas eran su única referencia, hasta que vislumbró tenuemente lo que el pensaba que era la luz de la fachada de la casa de la Coronela.

¡La Coronela!- exclamo triunfante… Inherente a su exclamación, un potente grito de Araceli lo saco a bofetadas de su euforia – ¡¡Frena que los atropellas!!

Niños… Eran Niños… En medio de la carretera, un grupo de chavales a estas horas… jugando y gritando ajenos la desgracia que el frenazo de Tomás evito en la última décima de segundo…

¡Bien a gusto pueden estas vuestros padres¡-Gritó tomas al salir del coche. El lógico enfado, no le permitió de primeras asimilar la situación. Se abalanzó sobre el grupo de niños amonestándolos sobre el poco cuidado, y de lo peligrosa que podía ser la carretera. Desde dentro del coche la, visión de Araceli era distinta… Estaba aterrorizada… los niños seguían una secuencia totalmente diferente al tiempo real que vivía Tomás… parecía que su pareja no existía para ellos, seguían riendo ajenos al viento, al coche y a Tomás, Nuestros protagonistas y los niños se encontraban en contextos temporales distintos… hasta que Araceli reacciono. Todo ocurrió en un escaso minuto que no quería tener fin: el frenazo, la regañina, la apatía de los niños y la reacción de Araceli al darse cuenta que todos los niños iban vestidos de blanco, eran sudarios, sudarios con los que fueron enterrados…

¡¡Están muertos Tomás!! – Con tanta fuerza gritó que Tomás se volvió buscando sus ojos a través de la luna del coche… los niños también… Todos entendieron el mensaje de Araceli. Tomas cayo al suelo al intentar abrir la puerta del coche y fue rodeado por esas carcasas huecas con forma de críos. Sus caras todavía sonreían exageradamente mostrando unos dientes y unos ojos totalmente blancos. Eso no era una sonrisa, era una mueca nerviosa mezcla de ansia y hambre. Los sentidos estaban a flor de piel, Araceli gritaba histérica, Tomás atinó a abrir la puerta, se incorporó en su asiento, maniobró violentamente y dirigió el coche en dirección Aranjuez mientras su compañera seguía con la mirada a los espectros, viéndolos correr hacia lo que parecía un grupo de casas quemadas…

Pasaron dos eternidades y aparecieron en Aranjuez. No eran conscientes de nada mas, ni tan siquiera de su tiempo, pero a partir de estos hechos, en la actualidad, cuando cruzan el umbral de la hora bruja del 31 de Octubre, continúan despertándose con las carcajadas de los muertos retumbando en sus cabezas….

El Fantasma de la Casa de Tastas.

El Fantasma de la Casa de Tastas.

21 Noviembre 2010 Por Oraliaranjuez

Pocas son las historias o cuentos, que tienen pacto con el fuego, para quedarse grabadas en nuestras mentes hasta nuestro óbito.

Toda nuestra vida y pensamiento, se gesta absorbiendo experiencias de los grandes y pequeños acontecimientos que ocurren en nuestro alrededor. De estos hechos extraemos grandes lecciones significativas que dan forma a nuestro ego, a nuestro yo, forjando nuestro carácter a golpe de sentidos. De entre estos muchos acontecimientos, siempre despuntan unos pocos, que nos acompañaran formando parte de nosotros mismos, otros descansarán enterrados en los estratos de nuestra memoria, nublándose con el paso de los años.

Con los cuentos pasa algo parecido…

Son muchas las historias que nos llegan, Diretes contemporáneos y comparativos de situaciones gemelas entre familias cercanas. Estos chascarrillos bien pueden comenzar con una coletilla similar a estas. ¿Te has enterado de lo que le ha pasado a fulanita? ¿Te acuerdas del chico que era vecino de la abuela? ¿Has oído lo que ha ocurrido en los enanos? También recibimos supuestos hechos no tan directos como los ejemplos anteriores, cuyo origen no está tan claro y que terminan algunos dando forma a un bonito, o cuan menos, un curioso relato que termina hilvanando generaciones, como el mismo hilo en distintas agujas.

Muchas son las posibles historias que nacieron de generaciones olvidadas. Otras, sin embargo son tan jóvenes que apenas han traspasado el umbral de la mayoría de edad humana. Tal es el caso del relato que nos ocupa a continuación. ¿Cuántas agujas enhebrará su hilo?

El fantasma de la casa Tastas.

Al igual que no hay pueblo sin gentes, diré que no hay pueblo sin fantasmas, huelga decir que este relato dará cuenta de un supuesto ente incorpóreo, de los fantasmas de carne hablaré en otros relatos, o no, mejor no…Este en particular se manifestaba en la casa de Tastas allá en la década de los 80. En esta época la Casa de Tastas funcionaba como sede de la Cruz Roja local y era punto de guardia para sus militares, premilitares y voluntarios, así como lugar de reunión y cuarto de instrumentos para la banda de cornetas y tambores conocida con el mismo nombre de la entidad.

La casa de Tastas se encontraba en la C/ Capitan, en el numero 24. Era un pequeño

Patio de corrala distribuido (en la época que nos ocupa) de la siguiente manera. En su planta baja, e inmediatamente a nuestra entrada, se encontraba un pasillo habilitado a modo de sala de espera. Lo recuerdo con cierta nitidez, con muy escaso mobiliario, un solitario banco donde podías sentarte de frente a una puerta de madera pintada de blanco y toscamente acristalada. Detrás de esta puerta, pasaba consulta por la mañana Don Luis el practicante. La habitación de la consulta no envidiaba mucho a la sala de espera en lo referente a los muebles. Unos armarios pintados del color de la puerta con recipientes metálicos llenos de algodón, varios pares de tijeras, pinzas y jeringuillas. Fuera de los armarios se hacia mas patente, si cabe, lo justo de las instalaciones. Una camilla, un taburete de asiento metálico, una mesa con sendas sillas y un botijo de barro de Ocaña conformaban el conjunto de enseres tan necesarios para las consultas como para la puesta en práctica de los primeros auxilios.

Desde el pasillo se adivinaba la actividad de esta habitación, el trasteo del instrumental, el paso de los militares de la cruz roja y el lamento de los chavalillos cuando el bueno de Luis practicaba su oficio, un oficio, con el que, según sus propias palabras, no tuvo más remedio que, para bien o para mal, conocer todos los culos de Aranjuez.

Este departamento concentraba el ochenta por ciento de la actividad de la Casa de Tastas.

Las otras dependencias no tenían tanto paso, o por lo menos, no tan tangible.

De frente a la puerta de entrada, el final del pasillo se dividía. En su parte derecha, se mantenía una escalera de grandes peldaños de madera desgastados por su centro. Desde esta, podía ascenderse al pasillo de corrala. Entre esta escalera y la pared quedaba un hueco de no mas de un metro veinte y unos tres metros de largo. Al fondo se encontraba una pequeña puerta que daba acceso al patio de la corrala. Era un patio pequeño sin más, un tanto oscuro y silencioso. Su lateral izquierdo albergaba la cantina de la Cruz roja, un pequeño local donde las pinturas de Garcigabriel convivían con la humedad de la pared. Saliendo de la cantina al patio, se escuchaba el tintineo bronco de los alambres del tendedero del pasillo, oxidados y clavados en paralelo al pasamanos de la barandilla del primer piso, era un sonido desagradable que obligaba a mirar hacia arriba y animaba a salir del patio cuanto antes…

En la década de los ochenta no quedaba ya ropa que tender en las viviendas de la casa de Tastas, es mas, ahora que lo pienso… El término de vivienda se me antoja contradictorio porque lo único que allí moraba era un pedazo de pasado que se hizo un hueco forzando el presente…

Las noches de guardia en la casa de Tastas eran tranquilas hasta que unos inusuales acontecimientos comenzaron a inquietar a militares y músicos. Se escuchaban ruidos procedentes de una de las casas de arriba, se intuía movimiento, había alguien. Estos comentarios hacían muy poca gracia a los soldados de la guardia entrante. _ No puede ser… será algún gato que se ha colado por la ventana _ Que no, que no; esos ruidos no puede hacerlos un gato, a mi me parecían pasos de hombre_ ¿Pasos de hombre?… tu lo que quieres es meterme miedo y hacerme pasar una mala noche_ Y así fue. Nuestro amigo pasó muy mala noche sugestionado por lo relatado por el compañero saliente. Efectivamente, algo se oía… e inequívocamente eran pasos; unos pasos que se le antojaban dificultosos y que parecían sonar mas fuerte cada vez, la imaginación de nuestro amigo estaba desbocada, daba forma a multitud de horrores acechantes que en cualquier momento lo asaltarían y lo arrastrarían al piso de arriba entre sollozos y chirriantes risas. El miedo venció a la razón, el soldado salio a la calle y completó la guardiacontando sus pasos por la acera de Capitán, así por lo menos no escuchaba los del piso de arriba.

Los hechos terminaron en boca de todos los soldados, las guardias se hacían cada vez mas incomodas y los mandos terminaron por intervenir _ En esa casa no hay nada_ dijo muy seguro el sargento Vidal _ Es mas, para olvidarnos del asunto subiremos esta tarde, aquí en la sede se guardan todas las llaves de las viviendas de arriba. Esa casa no se abre desde que murió su inquilina. Era una señora muy mayor… Recuerdo que le faltaba una pierna… andaba con muletas.

A la tarde, el sargento subió con dos soldados abrió la puerta no sin dificultad, la madera estaba hinchada y ofreció mucha resistencia y fue necesario que los dos soldados arrimaran el hombro literalmente. Parecía que la casa se esforzaba en ocultar su interior, los soldados sintieron que estaban forzando una voluntad, pero entraron…

No había luz y el sentido del olfato imperaba sobre el de la vista. El olor a apulgarado penetraba hasta el alma. Encendieron los mecheros. Tras el mortecino resplandor distinguieron muebles arruinados por la humedad, unas muletas apoyadas en la pared y entre estas una zapatilla de las de andar por casa. En el centro de la habitación que servia de recibidor, destacaba un gran bulto alargado cubierto con una sabana_ ¿Que será esto tan grande?_ Preguntó en alto el sargento mirando a los soldados. De manera automática dio un tirón de la sabana dejando al descubierto un tambaleante y polvoriento cristo crucificado. El polvo que desprendió la sabana les hizo salir tosiendo y espetando_ ¡no me jodas¡ Si da hasta miedo el cristo ese, ya no subo mas aquí en la vida_ Cerro la puerta y bajaron las escaleras con el cuerpo descompuesto _¿Pero habéis visto la cara que tenia ese Cristo, vamos… no me jodas, que cara…­_ Los tres militares se miraron_ ¿Ha oído eso sargento?_ Valla si lo he oído_ ¿Lo ve? son pasos, joder son pasos_ Mira chaval_ Contesto a voces el sargento, intentando imponerse a su propio miedo_ ¡¡Como esto sea una broma, os va a caer un paquete a los dos que no se os vaolvidar esto en la puta vida!!. Vamos a ver quien es ese cabrón, por que lo que esta haciendo esos ruidos es un tío, me juego este (señalándose el cuello con el pulgar) y no lo pierdo.­_ Yo arriba no subo sargento, no hasta que no se haga de día_! Subís los dos conmigo pero ya, y se ha terminado la discusión, solo me faltaba ya que no atendierais las ordenes, me cago en…

Subieron al pasillo notaron una extraña brisa en la cara, los alambres del tendedero sonaban como lejanas campanas. Los pasos se oían al final del corredor, al llegar frente a la puerta la actividad ceso de repente al igual que el tañido herrumbroso de los alambres del tendedero. Los militares no dijeron nada pero querían correr fuera de allí, su corazón se negaba a entrar, no querían enfrentarse a lo que estaba dentro, porque estaba, vaya que si estaba… El sargento gritó_ se te ha ido la bromita de las manos chaval, te has caído con todo el equipo, se ha acabado para ti la Cruz roja_ El sargento no se creía a si mismo pero algo había que decir, tenia que abrir la puerta y la abrió mechero en mano. La luz de los mecheros duró muy poco dos de ellos cayeron al suelo al comenzar la estrepitosa huida. Fue una chispa de tiempo lo suficientemente larga como para distinguir el Cristo perfectamente tapado con la sabana, junto a este las muletas y entre estas la zapatilla.

El acontecimiento marco un antes y un después en las conversaciones de la cantina.

El paso de los días enfrió los hechos, aun así al sargento le resultaba incomodo despertar el recuerdo, hasta que un día, tuvo una idea y reunió a los soldados que meses atrás corrieron con el escaleras abajo…

Vosotros visteis lo que yo vi_ afirmo el mando_ Si mi sargento _ dijeron al unísono los soldados_ Pues no se vosotros pero yo apenas duermo desde ese día… Parece que tengo el Cristo delante de la cama mirándome con sus ojos huecos… Quiero saber que pasa exactamente en esa puta casa… Esta tarde voy a verter yeso por el pasillo de la corrala y en el piso de la vivienda y quiero que me ayudéis para terminar cuanto antes…

Cinco minutos antes de la hora convenida, el sargento esperaba nervioso con un saco de yeso blanco entre los pies, encendía un cigarro con otro mientras interrogaba su reloj. Por la esquina de la farmacia apareció uno de los soldados _ ¿Y tu compañero?_ Preguntó_ He ido a buscarle y me ha dicho que se encuentra indispuesto_ ¡Si! Ya me conozco yo esas indisposiciones…

Cogieron el saco y en tres pasos se encontraron al pie de la escalera. El soldado que estaba de guardia salio a saludar al mando y a preguntar que a que se debía la inesperada visita. Las explicaciones le metieron el miedo en el cuerpo _ Mi sargento_ protesto el militar _ ¿No podrían dejar esto para otro día que no estuviera yo de guardia? _ Vaya, otro valiente. _ contestó el sargento_ Ya empiezo a estar un poco harto de estas aptitudes. No me llores porque esta noche nos vamos a quedar los tres a ver que pasa. ¡Venga! Esto tiene que estar en cinco minutos. Tomad, he traído dos linternas.

Comenzaron a subir la escalera. Ninguno de ellos quería llegar al corredor. El patio de corrala estaba tranquilo, calma chicha. El silencio se notaba espeso, pesaba e incomodaba. Se hicieron sitio delante de la puerta. El sargento giro la llave y abrió sin dificultad, arqueo las cejas en un gesto cómplice hacia los soldados. Orientaron la luz hacia el interior y distinguieron el bulto del Cristo bajo la sábana. Todo estaba en orden aparente, pero algo no encajaba. Las muletas no estaban, la zapatilla tampoco. Los haces de luz taladraban la oscuridad entre el polvo en todas direcciones pero ninguno de ellos daba ni con las muletas, ni con el calzado. _ Mi sargento termine ya, tire el puto yeso y vámonos de aquí, las muletas no están joder ¡LAS ESTÁ USANDO! _ El sargento rajó el saco y tiro tembloroso un capa de yeso alrededor del Cristo_ Me cago en la hostia _ espetó _ Cállate joder, me estás poniendo negro_ Dejo el saco en el suelo y tiró de la sabana. El miedo le paralizaba y le hacia actuar con inseguridad, la sabana se engancho y el cristo se mostró como un tentetieso, sin llegar a caerse, pataleando el suelo con su base haciendo un ruido intermitente. La escena pudo con los nervios de los tres de la Cruz Roja. La riada de adrenalina arrastró a uno de los soldados, que cayó escaleras abajo llegando al cuarto del practicante antes que ninguno, pero con una brecha de seis futuros puntos en la frente… Ni por asomo se quedaron allí, esa noche las heridas fueron atendidas en el servicio de urgencias de la calle el Gobernador.

Al día siguiente, ninguno se quería mirar, quedaba cerrar el círculo, quedaba ver que pasó con el yeso, pero, no tenían curiosidad ya…se ve que esta salió huyendo con el poco valor que les quedaba. Es mas, los tres sabían perfectamente lo que había de pasar con el yeso, y ello fue comprobado a posteriori ese mismo día, pero no por ellos. Al contar todos lo hechos en la cantina, dos soldados entrantes y un miembro de la banda subieron entrada la tarde llaves en mano. Al abrir se encontraron con que la mancha de yeso no era virgen, en ella había marcas de calzado de pie derecho, acompañadas de sendas señales circulares de los tacos de goma de las muletas. Tanto las muletas como la zapatilla se encontraban a los pies un bulto alargado, perfectamente cubierto con una sabana…

A partir de cerrar por última vez la puerta, nada se oyó… ni pasos, ni golpes, ni nada. Incluso los alambres del tendedero callaron, tal vez presintiendo la futura competencia del estruendo de las escavadoras…

Huérfano.

“HUÉRFANO”

9 Agosto 2009 by oraliaranjuez

 

El presente relato tiene estrechos lazos con la naturaleza; ella es la principal protagonista.

En la década de los cuarenta, se manifestó con toda su potencia en la Casa La Monta, tomando cuerpo físico en un magnifico caballo. Su madre pese a ser un extraordinario ejemplar de la yeguada real de Aranjuez no resistió los envites del parto, muriendo literalmente reventada pese a los esfuerzos de los que la atendían. Este desenlace marcó al potro nada mas ver la luz, pues haciendo referencia al citado hecho se le puso el nombre de Huérfano.

Basilio Carmena, experimentado yegüero,  no daba crédito a lo que tenía delante de los ojos; el potro era enorme; tenia una alzada exagerada para ser un recien nacido y no llegaba a imaginar cual seria su tamaño al hacerse adulto.

 

Con pocos meses, huérfano destacaba de entre las 33 cabezas de la yeguada; las subidas a los llanos, los remontes por la cuesta de revientayeguas y los pastos de la cañada Valverde  lo habían fortalecido  de tal manera que la musculatura de sus cuartos traseros parecía hecha de aristas pétreas, su pecho era un muro de tapial  y la base de su cuello no se podía abarcar con ambos brazos; daba respeto verle hincar los cascos, resoplando de tal manera, que te clavaba la arena en las pantorrillas si estabas cerca.

 

Llegó el día de la doma; los vecinos de la Casa  La Monta saludaban a los mayorales que venían a otear a los nuevos miembros de la yeguada, pensando en posibles tratos; si los machos eran buenos habría buenas mulas para sus yuntas. Todos los ojos iban a parar a los lomos de Huérfano  _ Vas a tener que echarle valor Basilio, menudo bicharraco_ Échale hilo a la cometa Basilio, que ese te desarma_ Entre que los comentarios se sucedían  Basilio se lo pensó, pero poco, ensilló a Huérfano y lo montó; la resistencia de Huérfano fue tal, que despidió a nuestro yegüero por los aires; al defenderse del impacto contra el suelo se rompió un brazo. La doma tuvo que suspenderse hasta la recuperación del domador.

 

La doma del ejemplar fue posible gracias al trabajo en conjunto de todos los yegüeros  y mozos de cuadras de la Casa  La Monta; al final Huérfano dejose montar (por el que se atrevía, claro)

 

Huérfano fue uno de los mejores sementales de yeguada, tanto para potros como para mulas. Cuentan que las mulas hijas de nuestro protagonista, debido a su bravura, tenían muy difícil doma; tanto, que se hacia necesario el aparejarlas a un carro para cansarlas antes de la monta. Al verse el animal aparejado a este, la emprendía a coces con tal fuerza que saltaban los bancales por los aires; estas demostraciones de rebeldía eran muy apreciadas  por los ganaderos y labradores que se daban cita el día de la doma en el lugar. No tardando mucho, se disponían a tratar con el mayoral, compartiendo ambos gestos de satisfacción entre tiras y aflojas.

 

Entre estos hechos del pasado aconteció la vida de Huérfano. Han pasado numerosas décadas pero en los patios de la Casa  La Monta  todavía se siente su presencia; el viento trae sus relinchos y las tormentas de verano… el tronar de sus cascos.

La Urraca.

La urraca

7 Junio 2009 by oraliaranjuez

La tradición oral, puede ser muy caprichosa. Puede contar mentiras a medias o verdades engañosas y ya sabemos que muy difícil resulta separar lo primero de lo segundo, aparte de que el tiempo, tiene la capacidad de transformar la verdad en mentira y viceversa.

Existen hechos o supuestos, en los que la bruma de las décadas hace estragos, pero en contadas ocasiones, esos mordiscos de tiempo  no pueden acabar con el suculento plato que un simple rumor  ofrece. ¿Formara parte de la historia, o no?

 

Pongamos un muy bonito ejemplo.

Entre el nacimiento de mi bisabuelo José, mi abuela María del Pilar, Felipe mi padre  y Julia mi madre, existe un salto temporal considerable. Mi bisabuelo nació en 1868, mi abuela en el 1903, mi padre en el 1928 y mi madre en 1934. Pues bien todos ellos hacían eco de una “historia” que paso a contaros de inmediato.

 

En un Aranjuez antiguo, de  grandes señores con no pequeños lujos, rostros con talco, chaquetones con ricos bordados, acompañados de  señoras de largas faldas con miriñaque, gesto altivo, forzando la compostura en un vano intento de ponerse a la altura de sus pelucas cardadas, ocurrió, que al gusto de un capricho, un matrimonio pudiente crió una urraca como animal de la casa, a su criada exigieron que al bicho no le faltara ni comida ni agua, y esta se encargaba puntualmente de empujar el pan mojado en el pico abierto del ave, hasta que ya volandero, comenzó a frecuentar los tejados de la Casa de Oficios y el Patio Cuadrado. La criada se liberó gustosa de la carga de tener que dar de comer al pájaro ya que este retomó los instintos naturales y no volvió a  la casa, pero la carencia es la carencia y anidó no muy lejos, curiosa por los quehaceres humanos y ajena a las fiestas de alto copete, que se estaban preparando en palacio.

La criada por su parte, pronto olvido su episodio de forzada madre adoptiva sumergiéndose en el frenesí de los preparativos de la fiesta. Sus señores, matrimonio tan principal, no podía faltar a los homenajes.

 

La señora por su parte supervisaba hasta los mas mínimos detalles, los estandartes de las ventanas, los ágapes de las recepciones, los trajes que habrían de lucir con las joyas correspondientes. Salvo pequeños sofocos, todo se desarrollaba al entender de la señora. Llegado el momento ya vestida de gala, la señora pidió joyero. Se puso muy nerviosa al echar de menos su camafeo de brillantes, perdió la compostura a ver que en sus cajones no aparecía y descargo sus iras sobre la criada a la que acusó de ladrona.

 

El tribunal no fue indulgente… Después del escarnio público  y los azotes la asistenta murió. Sus verdugos fueron la sinrazón y el tétanos.

 

Esta leyenda se negó en rotundo a desaparecer y dio un salto temporal hasta el recién finiquitado siglo XX. En unas reparaciones en los guardillones de la Casa de Oficios, echando abajo una viga de madera carcomida, los albañiles encargados de la labor se encontraron con una curiosa sorpresa. La viga sostenía los restos de un nido de urraca con un camafeo de brillantes, incrustado entre monedas de cobre del siglo XVIII y fragmentos de  cristal de diversos colores.

 

 

Efectivamente. El ave no anido muy lejos….

La apuesta.

La apuesta.

9 Abril 2009 Por Oraliaranjuez

Hará mas de dos siglos, cuando esto que paso a contaros ocurrió.

Pocos eran los caballeros que se atrevían a deambular por las oscuras calles de Aranjuez en la noche de difuntos. Mas raros aun eran los taberneros, esos regentes de negocios lo suficientemente codiciosos como para abrir la tasca desafiando las iras del infierno por unas monedas, o quizás no… quizás no fuese tan extraordinario. Tal vez fuese por esto por lo que nuestros tres antiguos paisanos escudriñaban calle por calle hasta dar con una tasca aparentemente cerrada, pero con la luz de un candil tras la cortina echada de la ventana.

Tras esa ventana aposentaron sus reales.  Tras pedir una baraja y vino reanudaron la conversación que traían entre susurros de la calle. Entre risas y continuas e ignoradas peticiones de silencio por parte del tabernero, pasaban las horas y las jarras. La hora bruja llego sin avisar con la apagada voz de un lejano sereno.

La animada conversación comenzó a oscurecerse por el efecto del vino y dado la noche y la hora que era, más.

Nuestros personajes empezaron a pensar en recogerse, habían bebido mucho y la temperatura había bajado considerablemente, por otra parte el tabernero estaba deseando de cerrar y no estaba siendo muy generoso con la leña del fogón.

Los tres amigos se embozaron en sus bandoleras y salieron dando traspiés del local alabando su osadía de salir esa noche. Uno de ellos, el mas valiente o el mas borracho, propuso redondear la hazaña yendo todos a clavar un clavo belloto a las puertas del cementerio-imaginar la cara que se le va a quedar al guarda mañana– dijo entre risas a los otros dos, que en un primer momento dudaron pero no podían ser menos. Una vez acopiado el material necesario y a escasos metros del camposanto de las cañas todo se veía distinto. El aire hacia rechinar el portón. Las ascuas de los ojos curiosos de un gato sentado en una lapida que sobresalía por encima de la tapia, se les antojaba como la mirada del mismismo Satanás.-Venga valiente, no nos digas que después de hacernos venir, no vas a ser capaz de clavar el belloto– ¿Como que no? Ahora veréis- Con más miedo que vergüenza salió del grupo con paso apresurado, tanto que cayo delante de la puerta, saco el clavo y el  mazo de la faja disponiéndose a rematar la faena. Tan nervioso y borracho estaba que no atinaba a dar en la cabeza del clavo haciendo los golpes gran estruendo en la puerta- Vas a alertar al sereno- le avisaron los compañeros. Entre prisas y miedo logro dar un par de golpes al clavo, soltó el mazo y dio media vuelta con gesto triunfante, pero no pudo moverse, sintió que la misma muerte lo estaba sujetando por la capa, los amigos lo vieron forcejear y chillar, huyeron aterrorizados de tan macabra escena negándole el auxilio.

Al llegar el alba, y tal como había vaticinado el juerguista, el sereno se llevó una sorpresa. Se presento en el cementerio dispuesto a  abrir y se encontró con un paisano yaciendo muerto con la capa clavada a la puerta.

La noche de las Ánimas

La noche de las Ánimas

9 Abril 2009 Por Oraliaranjuez

La noche de las Ánimas también tiene su peso en las leyendas de Aranjuez.

En la Calle Postas nos encontramos con una casa que tiene este curioso nombre. La casa de las Ánimas se ganó este “titulo” con creces al empeñarse a arder  dos años consecutivos en tan tenebrosa fecha, los vecinos de Aranjuez no tardaron en señalar con dedo inquisidor  a las Ánimas del Purgatorio como las causantes directas de estos siniestros.

Esta misteriosa leyenda enlaza con otra más simpática de principios del siglo XX, la de unos actores aficionados que  en el día de todos los Santos, se trasladaron al vecino pueblo de Yepes para representar la obra de Don Juan Tenorio.  Se organizó un teatro de cálle al cual los vecinos acudían con silla propia, bulliciosos, dispuestos a deleitarse con lo que seguro seria una magna interpretación de los actores ribereños.

La obra transcurría ligera hasta el momento cumbre, en el que  uno de nuestros paisanos, metido en los pellejos de Don Juan,  alza el dedo desafiante y con un tono de voz  parecido a un trueno exclama – Llame al cielo y no me oyó y mas si sus puertas me cierra…- El bueno de nuestro actor no pudo terminar la frase debido a que un chucho chiquitín, se empeño en robarle su minuto de gloria lanzándose a sus pies  dando sonoros ladridos. Nuestro actor no perdió la compostura y se rehizo ante las risas de los de Yepes y repitió con empeño  y mas alto si cabe su frase – Llameee al cielooo y noooo me oyoooó y mas si sus puertas me cierraaaaa…-  El chucho apareció de nuevo en escena y se hizo con el protagonismo de la misma. Una tercera vez repitió nuestro amigo la frase desgañitándose y una tercera vez salio el perro haciendo que las musas del actor escupieran sapos y culebras. Don Juan no aguantó ni la tensión ni las risas, se aparto enérgicamente la capa y espetó  con la vista en los cielos – Me Cago en el puto perro y en la madre que lo parió– Tras maldecir al chucho le soltó una coz que lo mandó a la mitad del improvisado patio de butacas. Este acto de brillante improvisación, no fue del gusto del público, entre otras cosas porque el perrito era del Alcalde…

Para aliviar la tensión salió al escenario una cantante de varietés muy conocida en su barrio, pero por realizar otras actividades menos artísticas. La presentaron como “la señorita Farraguas”.  La verdad  es que la tocó debutar ante un publico difícil, así que con   fingida decisión y con los brazos a la cintura cual jarrón Talaverano comenzó a cantar con mas miedo que gracia, esta inseguridad le hizo olvidar la letra de la canción obligándola a repetir constantemente un pegadizo estribillo que decía algo así como  Ay Morrongo, Morrongo, Morrongooooo. El éxito fue fulminante, fulminante para sus piernas me refiero, porque tuvieron que salir corriendo monte a través para escapar de las iras de los de Yepes.

Nuestros actores llegaron a Aranjuez de madrugada y se encontraron  con que la Casa de las Ánimas estaba ardiendo… Según cuenta la historia, fueron ellos los que avisaron al grupo de extinción de incendios.

(vaya nochecita)

El Sacasebos.

El Sacasebos

8 Abril 2009 Por Oraliaranjuez

El “Sacasebos” era el coco de los niños de la posguerra,  sobre todo de los que vivían en las afueras lindando con los cerros. Al caer la noche, los juegos se trasformaban en peligros y terrores para estos niños que alertados por sus padres ante la proximidad de tan siniestro personaje, corrían al refugio del hogar, evitando así, ser cazados  para extraerles las grasas, que por otra parte es de justicia decir, que el Sacasebos se veía obligado a emplearse a fondo, debido a que los niños de la época a la que nos referimos no tenían muchas oportunidades para hacer acopio de esa sustancia…

La verdad es que desconozco el origen de esta leyenda, pero es curiosa la similitud  con ciertos mitos gallegos que nos cuentan, que en la noche de las Ánimas, se tapiaban las ventanas de las casas, para evitar que las meigas raptasen a los niños más chicos para extraerles las grasas y utilizarlas en diversos ungüentos.