Muy buenas tardes, y sobre todo, mucha salud para tod@s.
El tema de la espada cartaginesa del ejército de Aníbal Barca, encontrada en la ribera del Tajo y entregada a Felipe II, suscita mucho interés y curiosidad, entre las personas que han participado con nosotros en los numerosos paseos que hemos organizado como asociación, para dar a conocer la importancia del enclave de Oreja y su entorno. Tal es así; que rara ha sido la vez que no nos han preguntado sobre la misma. Muchos estudiosos y aficionados, consideran la espada, encontrada en la vega del Tajo como una prueba “indiscutible” sobre la veracidad de los hechos acontecidos en el lugar de su hallazgo, es decir, sobre la batalla librada entre la potente coalición Celtibérica compuesta por Vacceos, Carpetanos y Olcades, contra las huestes del general cartaginés.
Nosotros como Asociación por la conservación y divulgación de nuestro patrimonio, nos hemos mostrado muy cautos al responder sobre estos interrogantes, debido a que en la actualidad, no nos podemos apoyar en trabajos arqueológicos, que confirmen que la batalla del Tajo se librara en los márgenes del río bajo el castillo de Oreja. Es más, la opinión general de los arqueólogos que a día de hoy, continúan investigando sobre este hecho, apuntan a otros emplazamientos a la hora de ubicar el lugar de la contienda. Estas “nuevas” teorías sobre el lugar de la batalla deja flotando la espada en un vacío histórico, entre la bruma del mito y unas pocas reseñas, todas con el mismo origen.
Conviene recordar, que la información que damos, tanto en nuestros paseos guiados por el enclave de Oreja como en nuestros artículos, puede contrastarse en diversas fuentes históricas antiguas y en la gran cantidad de interesantes e imprescindibles trabajos de historiadores, investigadores y arqueólogos, como lo son; Doña Hortensia Larren Izquierdo, Don Antonio José Díaz Fernández, Doña Mercedes Agulló y Cobo, Don Juan Muñoz Ruano, Don J. Santiago Palacios Ontalva…
En este articulo; como no puede ser de otra manera, seguiremos la misma tónica…
Sobre el hallazgo de la “espada de Aníbal” tenemos la siguiente reseña, proveniente del libro “Descripción histórica de Aranjuez” de Don Juan A. Álvarez de Quindós.
Consérvase en la memoria de esta acción en los nombres de dos valles del término de Colmenar, que vierten al Tajo pasada la Casa de las vacas y sobre el Cortijo, y se llaman Valdeguerra y Valdeguerrilla. En el propio río se halló una espada con vayna de piedra, que el tiempo y el agua habían petrificado de forma que parece cosa natural. La presentaron a Don Sancho Busto de Villegas estando en Ocaña , y siendo Gobernador del Arzobispado de Toledo: se la llevó a su ciudad, y por ser tan curiosa y extraña la regaló después al señor Don Felipe II. Este Soberano, haciendo mucho aprecio de ella, la mandó guardar en la armería de Madrid , donde se ve el día de hoy . Así lo refiere el Conde de Mora en su Historia de Toledo. Tomo I, página 138.
Aparte de esto, Quindos hace una descripción de la batalla citando los textos de Polibio y Tito Livio como sus fuentes históricas.
En las fuentes históricas usadas por Quindós, no encontramos ninguna referencia sobre el lugar exacto donde se produjo la batalla. En la narración de Polibio la encontramos en “Historias”, libro III, 14, pag 287 – 288 de la edición de Clásicos Gredos.
Ya se retiraba, cuando se vio expuesto súbitamente a los más graves peligros: le salieron al encuentro los carpetanos que quizás sea el pueblo más poderoso de los de aquellos lugares; les acompañaban sus vecinos, que se les unieron excitados principalmente por los ólcades que habían logrado huir; les atacaban también, enardecidos, los salmantinos que se habían salvado. Si los cartagineses se hubieran visto en la precisión de entablar con ellos una batalla campal, sin duda alguna se habrían visto derrotados. Pero Aníbal, que se iba retirando con habilidad y prudencia, tomó como defensa el río llamado Tajo, y trabó el combate en el momento en que el enemigo lo vadeaba, utilizando como auxiliar el mismo río y sus elefantes, ya que disponía de cuarenta de ellos. Todo le resultó de manera imprevista y contra todo cálculo. Pues los bárbaros intentaron forzar el paso por muchos lugares y cruzar el río, pero la mayoría de ellos murió al salir del agua, ante los elefantes que recorrían la orilla y siempre se anticipaban a los hombres que iban saliendo. Muchos también sucumbieron dentro del río mismo a manos de los jinetes cartagineses, porque los caballos dominaban mejor la corriente, y los jinetes combatían contra los hombres de a pie desde una situación más elevada. Al final cruzó el río el mismo Aníbal con su escolta, atacó a los bárbaros y puso en fuga a más decien mil hombres. Una vez derrotados, nadie de allá del Ebro se atrevió fácilmente a afrontarle, a excepción de Sagunto.
Tito Libio tampoco nos lo pone fácil a la hora de ubicar el lugar de la batalla, sin embargo, nos ofrece una descripción mas minuciosa de los movimientos militares y estrategia del ejercito cartaginés. La reseña la encontramos en Tito Libio – “Historia de Roma desde su fundación” Libro XXI (años-221-211) páginas 17 – 18 de la edición de Clásicos Gredos.
Los fugitivos de Hermándica después de unirse a los exiliados de los ólcades, pueblo dominado el verano anterior, instigan a los carpetanos , y atacando a Aníbal a su regreso del territorio vacceo no lejos del río Tajo, desbarataron la marcha de su ejército cargado con el botín. Aníbal obvió el combate y después de acampar a la orilla del río, una vez que reinó la calma y el silencio en el lado enemigo vadeó el río, levantó una empalizada de forma que los enemigos tuviesen sitio por donde cruzar y decidió atacarlos cuando estuvieran cruzando. Dio orden a la caballería de
que atacasen a la columna entorpecida cuando la viesen metida en el agua; los elefantes, pues había cuarenta, los colocó en la orilla. Entre carpetanos y tropas auxiliares de ólcades y vacceos sumaban cien mil, ejército invencible si la lucha se desarrollara en campo abierto. Por ello, intrépidos por naturaleza y confiando además en el número y creyendo que el enemigo había retrocedido por miedo, convencidos de que lo que retrasaba la victoria era el hecho de estar el río de por medio, lanzando el grito de guerra se precipitan al río de cualquier manera, sin mando
alguno, por donde a cada uno le pillaba más cerca. También desde la otra orilla se lanza al río un enorme contingente de jinetes, y en pleno cauce se produce un choque absolutamente desigual, puesto que mientras el soldado de a pie, falto de estabilidad y poco confiado en el vado, podía ser abatido por un jinete incluso desarmado que lanzase su caballo al azar, el soldado de a caballo, con libertad de movimientos para sí y para sus armas, operaba de cerca y de lejos con un caballo estable incluso en medio de los remolinos. En buena parte perecieron en el río; algunos, arrastrados en dirección al enemigo por la corriente llena de rápidos, fueron aplastados por los elefantes. Los últimos, que encontraron más segura la vuelta a la orilla, después de andar de acá para allá se reagruparon, y Aníbal, antes de que se recobrasen sus ánimos de tan tremendo susto, metiéndose en el río en formación al cuadro los obligó a huir de la orilla, y después de arrasar
el territorio en cosa de pocos días recibió también la sumisión de los carpetanos. Desde ese momento quedaba en poder de los cartagineses todo el territorio del otro lado del Ebro, exceptuados los saguntinos.
Después de leer estas esenciales reseñas, se llega a la lógica conclusión que, tan solo tenemos los siguientes indicios:
La cercanía del Río Tajo, donde inequívocamente se desarrolló la batalla en algún punto de su trayecto.
La reseña de las tribus celtibéricas que componían la coalición, Vaceos, Carpetanos y Olcades.
Estas tribus tenían un área de influencia enorme, si bien uno de los puntos centrales de influencia Carpetana es la actual Toledo. Al tener todas estas tribus influencia en el área central de la Península, los historiadores y estudiosos se inclinan a pensar que la batalla pudo producirse en una zona vadeable del Tajo (vadeable en un contexto del 220 A.C) que podría situarse entre Toledo y Aranjuez, aunque existen otras teorías y opiniones que pretenden demostrarse mediante la ciencia de la arqueología y la geología, como la que mantiene el equipo multidisciplinar compuesto por los arqueólogos Javier Fernández (Equipo arqueológico Caraca-Driebes) y Emilio Gamo (Museo Nacional de Arte Romano) y los geólogos Miguel Ángel Rodríguez-Pascua, Andrés Díez-Herrero, María Ángeles Perucha y José Francisco Mediato del Instituto Geológico Minero de España.
Este equipo mantiene que la batalla pudo desarrollarse junto al meandro cercano a la ciudad de Caracca, entre los municipios de Driebes e Illana de la provincia de Guadalajara (fuente- Diario El País 21/03/2020- Cultura)
La conclusión que podemos sacar de todas estas hipótesis y opiniones es la de que en este asunto tiene que hablar la ciencia; por lo tanto, habrá que esperar el resultado de estas investigaciones.
Los trabajos arqueológicos realizados en la vega de Colmenar de Oreja han sido escasos; si bien es cierto que en el año 2009 se realizaron unas actuaciones denominadas de urgencia. Dichos trabajos, consistieron en la inspección del terreno que coincidía con el de soterramiento de la tubería que cruzaba prácticamente toda la vega de Colmenar, incluyendo el área del Soto del Parral.
En conversaciones mantenidas con los arqueólogos en las fechas de la excavación, nos comentaron que solo tenían permiso, única y exclusivamente, para una prospección de tres metros de ancho y una profundidad de unos dos metros, siguiendo todo el recorrido trazado de la tubería. En la zona del soto del Parral, aparecieron una serie de canalizaciones e infraestructuras romanas, que podrían pertenecer a unas termas, un Ninfeo… Obviamente, al no poder prospectar en otras zonas no se tienen resultados concluyentes; tan solo de esa estrecha y larga franja que conforma el trazado de la tubería.
En ningún momento los arqueólogos nos comentaron nada sobre ningún contexto de batalla ni de ningún contexto cartaginés(esto no quiere decir que no los haya). Los contextos hallados se situaban cronológicamente desde el calcolítico, hasta la actualidad.
Independientemente de las novedades, que sin duda nos traerán los trabajos de estos equipos multidisciplinares, nos queda el objeto, es decir, la espada…
Uno de los estudios más curiosos y de resultados más sorprendentes es, desde nuestro punto de vista, el realizado por Antonio Carrascosa Núñez, natural de Aranjuez y divulgador de su historia.
Antonio realizó una investigación en apoyo al escritor londinense Ricky D Phillips. El autor; que está especializado en historia militar, estaba trabajando en el proyecto de un nuevo libro “ Hannibal rising” en el cual defiende, entre otras cosas, la hipótesis de una ubicación donde pudo desarrollarse la batalla del Tajo, más cercana a Toledo. El escritor pidió a Antonio que le proporcionara toda la información posible sobre la famosa espada; lugar del hallazgo, reseñas históricas, lugar de custodia y fotografías del objeto.
Antonio orientó sus indagaciones al Museo del Ejército de Toledo y a los archivos históricos del Patrimonio Nacional, con el fin de obtener unas imágenes para enviárselas al escritor; Ricky a su vez, las compartió con la empresa The Knigths Vault de Edimburgo, con el fin de obtener una opinión por parte de sus especialistas en armas antiguas. Una vez escrutada la imagen del arma, los expertos llegan a la siguiente conclusión que citamos textualmente:
Es una espada de un solo filo de estilo alemán, se uso extensivamente, se encontró por toda Europa, a principios del siglo XVI. Las cruzadas rectas y las espadas traseras de hoja única no se descubrieron hasta principios del siglo XVI, podrían haberse corroído fácilmente en ese momento. Los surcos son para la reducción del peso, Los surcos en la cuchilla muy comunes en estas espadas. El mango podría concretarse por erosión en una empuñadura de hierro. Se acumulan elementos de la espada a medida que los materiales se oxidan, extendiéndose como un cáncer en el hierro…
El análisis de los expertos de The Knigths Vault es escueto y directo, no ofrece lugar a dudas.
Ya sabemos que la conclusión que podemos sacar, al terminar de leer el artículo, es un tanto antipática; puesto que, la “tradición” de la batalla de Aníbal en las inmediaciones de Aranjuez, Colmenar de Oreja y Ontígola con Oreja comienza a disiparse…
Esto no es ni positivo ni negativo; no es más que historia en complementariedad con otras ciencias.
Esta complementariedad rompe con la subjetividad que nos llega a través de los textos escritos; escritos que al fin y a cabo son testimonios indirectos, debido a que son reflejo de la forma de pensar, ideas y posibles intereses del autor; sin embargo, los objetos e información que los arqueólogos y geólogos extraen del suelo, son testimonios directos y pedazos de historia en sí mismos. Otra cuestión muy diferente es la forma y método de interpretarlos.
Jose Emilio Cuerva González.
Articulo registrado.
Ontígola 28/03/2020
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